Los
primeros años de mi vida los pase con mis abuelitos durante mucho tiempo,
siendo el primogénito por el lado paterno era la adoración de mis abuelos y tíos,
me traían para todos lados.
En el
rancho en el que vivían mis abuelos se cocinaba por lo regular todo en
chimeneas, y se acostumbraba ir a cortar leña, con la consabida consecuencia de
que la leña cada vez quedaba más retirada del pueblito, durante las otrora larguísimas
vacaciones de verano por ahí del 85 uno de esos días fuimos a recoger leña
a las faldas de unos cerros que eran el principio de la llamada Sierra de
Ramirez donde a palabras de la gente de ahí: había venados, pumas y hasta el
temible oso negro (que todo mundo juraba que alguien le conto que una vez vio el
gran oso y vivió para contarlo) en esas andábamos cuando de repente alguien
grito “un venado, un venado!!” volteando todos a la vez para darnos cuenta que a
unos 50 metros estaba una de las cosas más hermosas que en mi niñez había contemplado:
Un hermoso venadito en color beige muy clarito, casi tirándole a blanco, el cual volteo a ver la gente unos momentos para luego emprender la huida colina arriba.
Les
juro que mucho tiempo de mi vida recordé ese suceso prometiéndome a mis
adentros que un día volvería para volver a buscar venados -no por cacería- si
no solamente para verlos andar en su hábitat natural, y hasta soñaba con
tocarlos; pensamientos y anhelos de un niño aunque a mis casi 40 aun quisiera
darme la vuelta a esas sierras y contemplarlos.
Algún día!
**Esta es una imagen de ejemplo de mas o menos como era el venadito, yo lo vi mas blanco.